
Aquellos mercachifles recorrían los caminos roturados de sol, y una vez puesto el pie en la plaza del pueblo, nada podía callarlos.
Entre los productos más demandados destacaba la “purga del doctor Benito”. ¿Estreñimiento?, tome la purga Benito; ¿diarrea?, es igual, un traguito de purga y listo. La pócima favorecía la fertilidad o prevenía embarazos y tan eficaz se mostraba para inducir al sueño como para mantener la vigilia.
Hace unos días los sindicatos han roto las negociaciones con la patronal cuando estos neocharlatanes han pretendido volver a vendernos, como tienen por costumbre, la purga Benito.
Este brebaje que prescribe la clase empresarial se compone de ingredientes archiconocidos: ¿crece la economía?, pues ya saben, reducción de salarios y pensiones para no alimentar la “espiral inflacionista”; ah, ¿Que la economía decrece?, no importa, reducción de salarios y pensiones para “estimular el crecimiento”…
… ¿Se crea empleo?, pues más purga Benito, apliquemos “flexibilidad laboral” y “despido libre”. ¿Se destruye empleo?, bien, no queda otra opción que “flexibilidad laboral” y “despido libre”. Para los trabajadores, claro, que para los ejecutivos ya contamos con los contratos blindados y las indemnizaciones millonarias.
Así, la patronal continúa con su purga Benito: ¿crecen los beneficios empresariales?, en ese caso reduzcamos impuestos; ¿decrecen las ganancias?, pues también reduzcamos impuestos. Claro, nos referimos al impuesto de sociedades y al IRPF. Los indirectos, que aumenten ya que, en gran parte, salen del espinazo de los trabajadores.
Y creo que va siendo hora de triturar la idea del empresario como “generador de riqueza”… esto es una falacia o, al menos, una verdad muy a medias. La riqueza la genera el trabajador. Es el esfuerzo de millones de hombres y mujeres que madrugan, sudan y suspiran lo que “genera riqueza”. Además, desgraciadamente, en España padecemos una clase empresarial mimada, empachada de ayudas fiscales y ahíta de subvenciones… ¿Pero dónde están los empresarios con ideas capaces de superar ruinas y quebrantos?
Muy al contrario, en nuestro país ha florecido la mugre del trapicheo inmobiliario con su orgía especulativa en billetes de quinientos euros. O la hostelería, con mano de obra extranjera y mal pagada. Claro que todos sabemos que vivir en un país de sol y playa es mérito de nuestra indómita clase empresarial.
Repito: ¿dónde están los empresarios capaces de iluminar una idea y desarrollarla?... probablemente en el extranjero o sepultados bajo la desleal competencia de quienes amasaron fortunas con la especulación, la hostelería o los contratos públicos bajo el sobaco sudoroso de políticos corruptos.
El pasado día, mientras desayunaba, la televisión emitía las declaraciones de la patronal y su milagrosa “purga del doctor Benito”. Mientras apuraba su café, un parroquiano exclamó: ¡hatajo de sinvergüenzas! Quien piense distinto, que le lleve la contraria.
G. Vidal