domingo, 30 de septiembre de 2007

EL PP Y LOS PIRÓMANOS


La derecha de este país, convertida casi en pleno al movimiento neoconservador o neocón, parece más que decidida a no ceder en su presión al Ejecutivo de aquí al final de la legislatura. Posiblemente influidos por la radicalización de los derechistas norteamericanos tras el 11 de septiembre de 2001, los conservadores españoles han demostrado ser capaces de mantener cierto clima de miedo y victimismo en algunos sectores de la población, a pesar de la reducción de los atentados terroristas y los éxitos policiales en la lucha contra ETA. De ese grado de inquietud, irritación e inseguridad de los que creen estar siendo engañados por un Gobierno traidor depende buena parte de los votos que reciba la derecha en las próximas elecciones; de ahí que ahora algunos medios den tanta importancia a la quema de fotos de los Reyes o al hecho de que no haya banderas de España en algunos ayuntamientos del País Vasco.


En cualquier caso, el razonamiento que los más conservadores realizan y comercializan sobre los hechos sucedidos en distintos lugares de Cataluña en los últimos días esconde una contradicción: según estos, la apertura del socialismo catalán al pacto con sectores independentistas habría poco menos que creado esta situación de malestar –la violencia callejera del País Vasco extendida a Cataluña y, pronto, a otras regiones-. Unos pactos que habrían tenido lugar solo para marginar a la derecha y que jamás tendrían que haberse producido. Porque no se debe hablar con el enemigo. El resultado de la insensata conducta de Zapatero habría sido el de liberar a los fantasmas de la nación, inexistentes durante las felices etapas anteriores.



En efecto, los socialistas han optado por formar Gobierno y dar voz a sectores independentistas como el Bloque Nacionalista Gallego o Ezquerra Republicana de Cataluña –una pena lo de Nafarroa Bai-. Pero, paradójicamente, no es el diálogo ni el pacto lo que ha provocado la ola de espectáculo callejero de los últimos días. Porque es difícil que un diálogo bien encauzado provoque violencia. La razón es bien distinta, pero a muchos no les conviene que se sepa.



Es relevante –y, por ello, peligroso para algunos- que precisamente haya sido una medida restrictiva o represiva la que haya desatado las reacciones más o menos violentas contra la figura de la Familia Real. El secuestro de la revista El Jueves y las medidas adoptadas por la Fiscalía contra los supuestos participantes en la quema de fotos de los Reyes han actuado como perfecto combustible para avivar la hoguera de la indignación y la protesta. Porque no ha sido la Familia Real quien ha irritado a los jóvenes catalanes, sino la prohibición de cuestionar esta anacrónica institución.



Queda, pues, de manifiesto, la inconsistencia del discurso conservador. Es precisamente la política de diálogo e incluso de alianzas estratégicas la que supone un elemento nuevo y refrescante en esta sociedad, todavía tan reaccionaria y poco preparada para algunos pasos importantes. Que la cómoda CiU no domine en el Parlament, que la reaccionaria UPD tiemble ante una posible moción de censura en el futuro y que Galicia haya jubilado por fin a Fraga son algunas de las principales razones que explican lo que está pasando en la actualidad. La bestia, cuando rodeada, lanza, a menudo, zarpazos más agresivos.



Villena Oliver

1 comentario:

Anónimo dijo...

De acuerdo, muchacho. De todas formas, el tiempo pone a cada uno en su sitio. Más adelante habrá más.