
Muchas veces me planteo qué celebramos en estas fechas. Y también porqué hay tantas felicitaciones y deseos. Y obsesión por el chupinazo de la Navidad que es la Lotería cantada de aquella manera. Todo el mundo (rico) esperando que canten el número que está en SU poder. Y comilonas por todo lo alto, con crisis y sin ella,. Y compras y más compras. Y sms y mas sms. Y todo el mundo es bueno y todo es alegría felicidad y reencuentro. Un Mundo Feliz que dura una semana. Porque después de esta fiesta de parabienes vuelve la maldad, se destapa la hipocresía, y las comilonas se convierten en comidas sin velas ni Belenes. Y nunca reparamos en lo más importante de todo, nunca nos acordamos de la solidaridad ni de la justicia social ni que no muy lejos mueren de hambre millones de niños y menos niños.
Si los que vivimos en este mundo, los privilegiados, nos parasemos a pensar, por una vez, que con el gasto que realizamos en Navidad lo dedicasemos al otro mundo, el de los desheredados, podríamos cambiar muchas cosas aunque fuese para que, al menos, pudiesen vivir, solo vivir tantos millones de seres humanos, si llegásemos a entender esto, si nos despojásemos de tanta hipocresía y si fuésemos solidarios de verdad, poco a poco se instauraría cierta justicia social, la que no existe mas allá de nuestros caprichos.
Empezando por mí, dejemos la hipocresía en el armario y dejemos las felicitaciones y deseos para todos los días del año y de la vida. Porque más allá de esto que llamamos Navidad os aseguro que hay vida y mala vida y muerte, mucha muerte.
Mi deseo hoy, mañana y ayer es y ha sido que los cooperantes que siguen secuestrados por la sinrazón sean devueltos a casa esta misma noche. A Isabel, desde aquí, le doy un beso de esperanza y a sus hijos, porque estoy convencido que Roque y sus compañeros más temprano que tarde estarán libres.