
Ahora que está de moda hablar de desaceleración, de recesión, de crisis.......Podríamos aplicarle algunos de estos términos a los momentos que vive la derecha en España. No es desacelereación ni recesión, es crisis brutal e involucionista, con un denominador común: La Conspiración.
La gravísima crisis interna que padece el PP no es más que un nuevo episodio, por ahora simplemente el último, de una auténtica historia interminable: la de la conspiración permanente en la que algunos profesionales de la agitación y propaganda se han empeñado en meter a nuestro país desde hace ya más de quince años. Las manos que mecen la cuna de esta crisis interna del PP son las mismas que pusieron en marcha una potente maquinaria conspirativa contra el Gobierno presidido por Felipe González, en los primeros años de la década de los 90, en aquella conspiración inicialmente denunciada tan sólo por José Luis de Vilallonga y posteriormente reconocida incluso por algunos de los que participaron en ella, con Luis María Ansón a la cabeza.
Desde entonces, durante más de quince años, la conspiración no ha dejado de existir. Reapareció con una potencia desbordante tras el para muchos inesperado triunfo del PSOE en las elecciones del 14 de marzo de 2004, con la tan traída y llevada “teoría de la conspiración” acerca de la autoría de los criminales atentados terroristas del 11-M. En los últimos cuatro años la agitación y propaganda llegó a su punto álgido, al auténtico paroxismo, con una explosiva mezcla de intereses cruzados. Ahora, tras la segunda derrota electoral consecutiva del PP, la conspiración se centra en el mismo seno de este partido, con el objetivo claro de descabalgar a Mariano Rajoy como líder del PP para imponer de nuevo la línea más radical de la derecha extrema frente al intento de Rajoy de llevar a su partido hacia posiciones homologables con las que sostienen los partidos europeos de la derecha o el centro-derecha.
Nada nuevo bajo el sol. Como bien ha dicho José Blanco, “Rajoy está probando ahora su propia pócima, está conociendo qué es una auténtica teoría de la conspiración”. Sus adversarios llevan muchos años entrenándose. Él también, aunque ahora le toque padecer las consecuencias de la misma conspiración en la que participó hasta hace sólo unas pocas semanas.